El 15 de abril es la fecha en la que se cumplen 26 años de la "Tragedia de Hillsborough", hecho que enlutó el fútbol inglés, tras el deceso de 96 hinchas del Liverpool en un estadio de fútbol y que significó el punto de quiebre para reestructurar todo el entorno que giraba alrededor de este deporte en el país británico.
Sábado 15 de abril de 1989. La semifinal de la FA Cup era el marco que convocaba a hinchas del Liverpool y Nottingham Forest en el estadio Hillsborough, ubicado en la ciudad de Sheffield, Inglaterra. La Federación Inglesa eligió este escenario para albergar el enfrentamiento entre ambas escuadras, a pesar de que el recinto de Sheffield había estado envuelto en incidentes, sanciones y reportes relacionados con su capacidad e infraestructura. En efecto, hace 8 años la semifinal de la FA Cup entre Tottenham Hotspur y Wolverhampton Wanderers resgistró un resultado de 38 personas heridas, producto de la excesiva multitud que se encontraba en una tribuna del estadio. La Copa Inglesa no volvió a Hillsborough hasta 1987.
El destino lanzó su última advertencia en la semifinal de la FA Cup del año siguiente, protagonizada curiosamente por Liverpool y Nottingham y tras la cual, un fanático detalló los riesgos a los cuales estaba expuesta la seguridad de las personas mediante una carta dirigida al Ministerio de Deportes y a la Federación Inglesa. Liverpool, la instancia, la FA Cup y Hillsborough parecían ser las piezas que daban forma a la figura de un rompecabezas triste y doloroso. La pieza final lleva el nombre de David Bownes, funcionario encargado de la concesión de licencias del Consejo de Sheffield. Él fue quien autorizó mantener el estadio de Hillsborough operante sin el certificado de seguridad actualizado. En otras palabras, sentenció a las 96 personas a la pena de muerte.
Cerca de las 3 de la tarde, alrededor de 50 000 seguidores ya ocupaban todos los sectores de Hillsborough. Sin embargo, el peligro merodeaba la tribuna oeste conocida como "Leppings Lane" en búsqueda de sus próximas víctimas. Casi 25 000 aficionados desbordaban las gradas y sumergidos en la desesperación, pedían el cierre de las puertas de acceso a esa zona a los policías. Ese día, las fuerzas policiales fueron lideradas por David Duckenfield, quien había sido asignado en el cargo de Superintendente de la Policía de South Yorkshire un poco menos de tres semanas atrás y cuya experiencia como jefe de la seguridad en este tipo de eventos era nula. Su ineptitud quedaría evidenciada, luego de que determinara abrir la puerta C, la cual era una de las entradas que se conectaba, a través de un estrecho túnel, con "Leppings Lane". El panorama era alarmante. Las arterias que bombeaban la tribuna y liberaban las salidas estaban congestionadas por la muchedumbre aglomerada en los pasillos de Hillsborough.
El volcán "Lepping Lane" no tardó demasiado en erupcionar. Las pocas ocasiones que presentó el partido fueron opacadas por las imágenes de la transmisión local que escenificaban la catástrofe que ocurría en ese instante. Gente apretada contra las vallas, trepándolas, saliendo por la puerta de acceso al campo o siendo rescatada por aficionados ubicados en las tribunas aledañas, describían el sabor amargo de la agonía que vivían. Apoximadamente, seis minutos y medio después de haber comenzado el encuentro, el árbitro Ray Lewis dio el pitazo final, el cual marcó el fin de la vida de 96 hinchas del Liverpool que murieron aplastados y asfixiados por el exceso de aforo dentro de esa tribuna. El desorden invadió la cancha. Las labores de rescate eran distribuidas entre parte de los 810 policías asignados para ese juego, los espectadores vestido de paramédicos y los profesionales de la salud de la única ambulancia que logró ingresar al terreno de juego. Fueron alrededor de 750 personas heridas que conviven con las secuelas de aquella nefasta tarde hasta el día de hoy.
En un principio, el vandalismo surgió como la causa principal que propició este fatídico evento, pues los seguidores del Liverpool habían estado involucrados en un antecedente similar junto a sus pares de la Juventus, denominado la "Tragedia de Heysel", donde fallecieron 39 simpatizantes, en su mayoría italianos. No obstante, el Panel Independiente de Hillsborough excluyó a los fanáticos del Liverpool de cualquier responsabilidad y determinó que la incapacidad policial generó esta desgracia. Efectivamente, la culpabilidad reposa en las fuerzas policiales, principalmente en los hombros de David Duckenfield, quien el mes pasado reconoció rotundamente los errores cometidos ese día.
Lo cierto es que estos acontecimientos excedieron los límites y condujeron al gobierno de Margaret Thatcher a tomar cartas en el asunto. El informe "Taylor" y el "Football Spectators Act" fueron los mecanismos que establecerían los lineamientos del nuevo fútbol inglés. Todos los estadios debían presentar asientos en cada una de sus tribunas, eliminar las vallas de seguridad alambradas, mejorar la rutas de evacuación, promover la venta de abonos para la temporada, instalación de cámaras de seguridad, identificación de hinchas, eran las recomendaciones más importantes que figuraban en estos documentos.
Esta es la historia de la "Tragedia de Hillsborough", un capítulo oscuro en la vida del fútbol de Inglaterra. Constituyó un episodio fundamental en la línea de tiempo, que permitió diagramar el sendero por el cual transitaría la nueva átmosfera futbolera de ese país. Si bien tuvieron que esperar que ocurriese un desastre social como el de Hillsborough, las medidas posteriores cortaron de raíz la lacra inmunda que residía en la esfera de las autoridades que gobernaban esta actividad. Significó una cachetada contundente al poder político que ignoraba la peste que habitaba en ese entonces. Hoy, el fútbol inglés vive alejado de la informalidad, incapacidad e incultura y por el contrario, representa un modelo a seguir en términos de valor comercial, nivel de competencia y convivencia social.
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